Para contar una historia, el narrador es imprescindible. Ya sea oral o escrita, toda narración implica una voz que hace de unión entre la historia y el receptor de la misma. Este narrador dispone el enfoque y el tono de la historia, por lo que es de suma importancia tenerlo muy presente antes de iniciar cualquier tipo de narración. Existen dos formas de narrar una historia: en primera persona y en tercera persona. Está además la segunda persona, pero es tan inusual que no representa una auténtica competencia ante las otras dos. Aquí vamos a hablar exclusivamente de las dos primeras.
Basicamente, la primera persona es aquella que sitúa al narrador como personaje y es contada desde el «yo», recayendo la acción directamente sobre el propio narrador. Por otro lado, la tercera persona, constituye una voz omnisciente que cuenta algo que le ha ocurrido a un tercero y que, en la mayoría de ocasiones, no tiene nada que ver con la historia.
¿Cuál elegir?
Ante la pregunta: ¿Qué es mejor, escribir en primera persona o en tercera persona? La respuesta es simple y compleja a la vez: Depende de lo que vayas a contar. Si esperabas una respuesta que se decantase por una de las dos formas, vas muy desencaminado en lo que a narrativa se refiere. No importa el género o el estilo de la novela, sino lo que quieres contar. Es decir, la historia en sí.
Una novela donde el personaje es un detective que investiga un asesinato paseandose por los barrios bajos de una ciudad, muy probablemente funcione mejor en primera persona. Las reflexiones del protagonista serán más profundas y sus deducciones podrán ser cotejadas por el propio lector.
Una novela con diversos personajes que se desarrolla en lugares muy distintos o en momentos de tiempo paralelos, invita más a un narrador en tercera persona. Especialmente en aquellas historias que necesitan mostrar muchas vivencias de distintos personajes para poder comprender la totalidad de la obra.
Pero vamos paso a paso.
Escribir en primera persona
La primera persona es una narración subjetiva donde el narrador no es omnisciente. El narrador se equivoca y se arrepiente; sus pasos son inciertos y es incapaz de predecir lo que va a ocurrir a continuación. Con el uso de la primera persona gramatical, lo que se está indicando es que el narrador es testigo en esa primera forma gramatical.
Pongamos un ejemplo de narración en primera persona:
«Por espacio de casi media hora deambulé entre los entresijos de aquel laberinto que olía a papel viejo, a polvo y a magia. Dejé que mi mano rozase las avenidas de lomos expuestos, tentando mi elección. Atisbé, entre los títulos desdibujados por el tiempo, palabras en lenguas que reconocía y decenas de otras que era incapaz de catalogar. Recorrí pasillos y galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí. Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo en silencio.»
La Sombra del Viento – Carlos Ruiz Zafón
Pros de escribir en primera persona
Mayor credibilidad
La primera persona aporta una mayor credibilidad a la historia. Esto puede resultar difícil de entender, ¿por qué iba a resultar más veraz algo contado en primera o en tercera persona? Por el mismo motivo por el que resulta más veraz una historia que nos cuenta alguien que lo ha vivido directamente, a contar una versión de un tercero. La mera forma de decirlo podría hacernos pensar que hay ligeros cambios o que estamos escuchando una versión distorsionada.
Mayor profundización del personaje
Si el protagonista es un personaje interesante, complejo, con múltiples aristas y bien construido, merece la pena que sea él quien narre la historia. Al lector le resultará más interesante lo que éste está contando si puede sentir cómo el protagonista se va transformando en cada escena, mientras revela qué piensa u opina de todo cuando hace y todo cuanto ocurre a su alrededor.
Mayor intimidad
Es más fácil conseguir que el lector se sienta identificado y empatice más con alguien que no guarda ningún secreto ante él. Todo lo que piensa, el personaje lo narra sin tapujos. En cierto modo, estamos invadiendo la intimidad más absoluta del personaje protagonista. Es como si leyesemos su diario y esto nos convierte en complices de todo lo que hace. En cierto modo, el lector es el confidente del narrador.
Mayor suspense
Es más fácil sorprender al lector haciendo pasar por verdadera información falsa. Un narrador no puede mentir, pero sí puede equivocarse. Es decir, no tendría sentido que un narrador omnisciente mintiese sobre algo que está contando, pues su punto de vista es totalmente objetivo. Pero en primera persona, al ser un nivel subjetivo, el autor puede engañar a su protagonista y hacerle narrar algo falso, para engañar al lector y sorprenderle aprovechando sus prejucios. Recuerda que incluso los errores que comete el protagonista tienen sentido para el narrador, no dejes nada al azar.
Contras de escribir en primera persona
La narración es muy limitada
Narrando en primera persona, expresar ideas profundas de personajes secundarios resulta extremadamente difícil sin que quede forzado. Por mucha confianza que tenga en sus amigos, el protagonista no puede leer las mentes de quienes le rodean para garantizar qué es lo que sienten y piensan en cada momento.
El protagonista monopoliza la acción
Por muy interesante que sea aquello que no está contando el protagonista, puede llegar a un punto en el que resulte exasperante pasar tanto rato en su compañía. Este punto es especialmente fuerte si el prota tiene la mala costumbre de saltarse todas las escenas de acción. Supongamos que, en un momento determinado de la historia, se está llevando a cabo una batalla épica. Mientras, nuestro protagonista se prepara unas salchichas. A nosotros, por desgracia, nos tocará leer la parte de las salchichas y enterarnos luego de qué ha pasado en la batalla.
El protagonista puede arruinar la historia
Puede que la historia que se cuenta sea genial, pero si el protagonista que cuenta la historia no es agradable para el lector, todo se irá por la borda. Imagínate que alguien que te cae mal te cuenta una historia de 400 páginas, ¿acaso disfrutarías del relato?
Escribir en tercera persona
La tercera persona cuenta desde fuera la acción, mediante un narrador oculto y omnisciente (lo sabe todo de todos). Aquí, el autor impone su autoridad. Él conoce tanto la acción como las sensaciones y pensamientos de cada personaje. Es el modelo más cómodo, aunque también tiene grandes desventajas.
Una narración en tercera persona:
«Despertó con las primeras luces del alba. Últimamente dormía mal; el suyo era un sueño inquieto, desapacible. Se aseó en regla y extendió después sobre una mesita, junto al espejo y la jofaina con agua caliente, el estuche con sus navajas de afeitar. Enjabonó cuidadosamente las mejillas, rasurándolas con esmero, según era su costumbre. Con las viejas tijeritas de plata recortó algunos pelos del bigote, y pasó después un peine de concha por los húmedos cabellos blancos. Satisfecho de su apariencia se vistió con parsimonia, anudándose al cuello una corbata de seda negra. De sus tres trajes de verano escogió uno de diario, de ligera alpaca color castaño, cuya larga levita pasada de moda le prestaba el distinguido porte de un viejo dandy de principios de siglo. Cierto era que el fondillo de los pantalones estaba algo ajado por el uso, pero los faldones de la levita lo disimulaban de forma satisfactoria. De entre los pañuelos limpios escogió el que le pareció en mejor estado, y vertió en él una gota de agua de colonia antes de colocárselo en el bolsillo. Al salir, se puso una chistera y tomó bajo el brazo el estuche de sus floretes.»
El maestro de esgrima – Arturo Pérez-Reverte
Pros de escribir en tercera persona
El narrador es ajeno a la historia
Ofrecer al lector una visión objetiva de la historia es, sin lugar a duda, la mayor ventaja de escribir en tercera persona. No importa lo que hagan los personajes, el narrador no juzgará sus actos y esto permitirá al lector crear su propio juicio y tener su propia opinión sobre el elenco sin la menor contaminación.
El narrador lo sabe todo
Escribir desde los zapatos de una entidad omnisciente es la mayor comodidad a la hora de narrar. No hay que marearse para expresar ideas o acontecimientos sin que queden forzados, simplemente basta con ubicar al lector en un sitio y en un momento determinado y decir lo que tengamos que decir. Pueden estar ocurriendo dos eventos de gran relevancia para la historia al mismo tiempo, que el narrador omnisciente sabrá lo que ha acontecido en ambos lugares y podrá narrarlo con todo lujo de detalles. Para conseguir esto último con un texto en primera persona, habrá que romperse la cabeza para hallar la forma menos retorcida de aportar esa información al lector.
Puedes expresar pensamientos de todos los personajes
Narrando con una voz en tercera persona, también es posible expresar, no solo acciones, sino sentimientos o pensamientos que los personajes se guardan para sí mismos. Aquí no es el protagonista el único que revela al lector lo que siente, sino que cualquier miembro del elenco puede manifestar sus emociones y pensamientos a través del narrador. Esta ventaja facilita muchísimo la tarea de hacer que hasta el personaje más secundario tenga una profundidad reseñable.
Puede aportarse mucha información, incluso detalles insignificantes
No importa la intensidad de la escena, el narrador lo ve todo y en todo momento. Esto es inadmisible en una escena de acción narrada en primera persona, pues si al protagonista lo persigue un coche lleno de gánsteres armados hasta los dientes, no tiene sentido que éste se fije en el color del vestido de la vecina que está asomada a la ventana. Por otro lado, un narrador omnisciente podría describir la textura del vestido y el olor del perfume de la señora.
Contras de escribir en tercera persona
La narración puede perder fuerza si nos perdemos en los detalles
El último pro mencionado es un arma de doble filo, pues detallar demasiado una escena puede ser contraproducente. El ritmo narrativo sufre muchísimo con las largas descripciones y un narrador con demasiado tiempo libre como para perderse en aspectos insignificantes e irrelevantes puede ser un auténtico somnífero.
Requiere una mayor complejidad argumental
Un inconveniente de la tercera persona es la necesidad de pluriemplerar al narrador. Es decir, que se deben sostener uniformemente todas las tramas. No basta con contar aquello que nos interesa, también deben de respetarse esas subtramas y darles una continuidad y seguimiento activo. Para un escritor inexperto, incluir demasiados personajes en su historia, y con una voz en tercera persona, puede convertirse en un auténtico calvario.
Es difícil profundizar objetivamente en los personajes
La voz en tercera persona no puede pecar de subjetividad, al menos no demasiado. Si el narrador se implica activamente en las vivencias de los personajes, deja de ser un narrador fiable. Por otro lado, al no hacerlo, es francamente difícil mostrar la vida interior de cada uno de ellos sin caer en clichés. en personajes bidimensaionales.
Si ninguna de estas dos opciones te convence, existe una alternativa híbrida que está muy de moda últimamente: La novela río. Es una forma muy creativa de contar, tanto en primera como en tercera persona, las vivencias de distintos personajes y en lugares y momentos completamente diferentes.
¿Y tú, con qué voz te quedas para tu novela? Déjamelo en los comentarios.