No es ningún secreto que la industria videojugabilística ha encontrado una mina de oro en los RPG (Role-Playing Game), un género que ha derivado de los primeros y clásicos juegos de rol como Dungeons & Dragons. Aunque los primeros viedeojuegos RPG fueron una puesta en escena arriesgada, no tardaron en cosechar un éxito arrollador que ha ido en crescendo a lo largo de los años.
Videojuegos como Dragon Quest o Final Fantasy, donde se presentaba un desarrollo estadístico de personajes y una posibilidad de personalización nunca antes vista, causaron furor entre el público. Estos juegos no solo crearon un género independiente, sino que ramificaron dicho género en dos estilos: JRPG y WRPG. Es decir, juegos de rol orientales y occidentales, respectivamente.
¿En qué se diferencia un JRPG de un WRPG?
Aunque la «J« del acrónimo JRPG hace referencia a Japón (Japanese Role-Playing Game), este estilo se extendió por todo oriente, dando lugar a RPG coreanos y chinos que comparten una estética muy similar con la japonesa. Por ello, actualmente, la distinción se hace entre juegos occidentales y orientales, independientemente del país de origen.
Las características que definen este estilo son, principalmente: Una ambientación y personajes muy estilizados, donde la narrativa juega un papel secundario, imponiéndose la acción y la fantasía por encima de todo. Se buscan situaciones épicas extremas, por inverosímiles que sean. Dejando apartada la lógica y la solidez argumental. La trama es lineal; se presenta una única historia, siendo las elecciones del personaje un factor poco relevante respecto al conjunto y resultado final. La principal atracción de este tipo de juegos es su estética, elaborando mundos imponentes y sobrecogedores, habitados por personajes idealizados y exageradamente estilizados.
Los WRPG (Western Role-Playing Game) por el contrario presentan una atmósfera más oscura y seria, donde se presenta una fantasía realista (en la medida de lo posible). Su estructura argumental es abierta y las opciones narrativas enormes. Como contrapartida no son agradables a la vista, pues tienden a mostrar la crudeza del mundo tal y como es. Aunque también conservan la épica y buscan exaltar el heroísmo de los personajes, las hazañas no son tan desmedidas como en un JRPG.
En la mayoría de los WRPG se presenta un mundo abierto donde la exploración es esencial y las misiones secundarias aderezan el mundo en su conjunto, facilitando la inmersión en el mismo. Cada personaje, por irrelevante que sea para la trama principal, posee un lore cuidadosamente estudiado. Esto por regla general no ocurre con los JRPG. Estos últimos buscan exaltar a los personajes principales y relegan aquellas figuras irrelevantes para la historia principal a una serie de funciones meramente cotidianas. De este modo consiguen que la narración se centre únicamente en lo que importa, evitando posibles distracciones. Los WRPG por su parte optan por el modelo sandbox, donde el mundo es enorme, todo es relevante y la trama la conforman los pasos del jugador sobre la marcha.
Ambos estilos comparten las características más fundamentales del rol (mundo abierto, libre albedrío, personalización de personaje y equipo, crecimiento y evolución mediante la obtención de experiencia, etcétera). Y aunque la fantasía épica siempre ha servido para ejemplificar a los juegos de rol, existen infinidad de subgéneros dentro del propio rol, tanto para los juegos de rol de lápiz y papel como para los videojuegos, entre los que se encuentran la ciencia ficción, el terror, la investigación, y un largo etcétera.
Por su parte, los juegos de rol clásicos, los de lápiz, papel, dados y goma de borrar, surgieron como la invención de una nueva forma de ocio revolucionaria. Un «juego de mesa» como nunca antes se había visto. No me gusta otorgarle este mérito a una única persona, pero bien es cierto que Gary Gygax y Dave Arneson (habiendo bebido de toda la literatura fantástica de la época) tuvieron la ocurrencia de plasmar este nuevo concepto de juego en su propio universo fantástico, creando lo que más adelante sería conocido como Dungeons & Dragons. Además de establecer muchas de la pautas que a día de hoy se siguen manteniendo en casi todos los juegos de rol modernos.
Muchos de mis lectores piensan que soy un fan acérrimo de Dungeons & Dragons cuando digo este tipo de cosas, pero la verdad es que no he jugado más de cinco sesiones de Dungeons en toda mi vida. Ni siquiera es del estilo de rol que a mí personalmente me gusta. Pero guste más o guste menos, Dungeons & Dragons fue el primer juego de rol de la Historia. Eso si omitimos el teatro improvisacional y el estudio de William Gamson. Si queremos referirnos al primer juego de rol como tal, Dungeons & Dragons está el primero en la lista.
El éxito del rol como forma de ocio fue brutal, generando adicción y fascinación en el público más joven. En cuestión de meses se empezaron a crear nuevos juegos y variantes de rol. Y poco a poco se fueron desligando cada vez más de la primera generación, hasta contar con toda una legión de subgéneros. A día de hoy, los juegos de rol siguen innovando, y dudo que llegue el día en el que se publique el último manual de rol. Es un género que crece cada día, donde no existen reglas y la única herramienta determinante es la imaginación. Y la imaginación no tiene límites.
Vale, ya conocemos a los dos contendientes, ahora ciñámonos al tema:
¿Qué es mejor, un juego de rol en papel o un videojuego de rol?
Esto es similar al debate ¿qué es mejor el libro o la película?, porque la respuesta sería la misma: depende de si te gusta más un libro o una película. Lo mismo puede aplicarse con los juegos de rol. Si eres un gran amante de los videojuegos y no termina de gustarte eso del rol en papel, claramente lo tuyo son los videojuegos de rol. Por otro lado, si te diviertes más mirando a tus amigos a la cara que a través de una pantalla, y prefieres tener un mayor abanico de posibilidades en tus partidas, lo tuyo es el rol en papel. Es muy subjetivo.
¿Pero si hubiese que declarar un vencedor entre ambos formatos de rol, cuál sería? Me temo que no puedo dar un ganador de un modo tajante siendo objetivo al mismo tiempo. Y aunque ambos comparten género, forman parte de formatos tremendamente distinos. Dicho esto, la mejor forma de compararlos es evaluando independientemente sus pros y sus contras.
Pros y Contras
Un punto a favor para los videojuegos es la ausencia de Director del Juego. ¿Pero por qué iba a ser esto una ventaja? Todos los juegos de rol en papel tienen un gran defecto: dependen demasiado del Director del Juego. No importa lo genial que sea el juego, no importa lo claras y sencillas que sean las reglas, o lo mascada que venga la campaña predeterminada, todo eso se irá al garete si el encargado de dirigir la partida es nefasto en su papel de máster.
Entiendo que esto no es común, que por lo general un máster hace bien su labor (dentro de lo que cabe). Pero en lo personal, y en experiencias ajenas que me han contado, puedo sentenciar tajantemente que un mal Director del Juego es capaz de destrozar cualquier partida de rol y convertir una divertida y emocionante tarde con los amigos en una aburrida y tediosa odisea.
Un videojuego, al poseer unos PNJs (Personaje No Jugable) en forma de IA que actuarán correctamente sí o sí, nos evita el riesgo de toparnos con un Director del Juego incapaz de dotar de vida y diálogo a sus PNJs. Esto, aunque circunstancial, es otro punto a favor de los videojuegos. Ya van dos.
El tercer punto a favor, aunque depende muchísimo del juego en sí, sería la capacidad de inmersión que nos brinda un buen videojuego. Los hay que te sumergen en el mundo de tal manera que casi te cuesta ser consciente de la realidad. Los personajes cobran vida propia, las aventuras son vívidas y trepidantes y el paisaje respira colores y construcciones maravillosas. Para narrar todo esto en un juego de rol en papel harían falta varias horas y un Director del Juego con unas habilidades narrativas sobresalientes.
Y como cuarto punto a favor: un juego de rol de mesa requiere un grupo de amigos. Para jugar a un videojuego te basta y te sobra con tus dos manos. Y aunque a algunos esta os parezca una mala excusa, es porque no sois conscientes de la cantidad de roleros huérfanos que no pueden llevar a cabo su hobby por falta de jugadores. Una mudanza o una pelea entre amigos puede estropear, no solo una partida de rol, sino también la posibilidad de seguir practicando este hobby.
Aún dicho esto, hay algo que tienen los juegos de rol en papel que jamás tendrá un videojuego. No importa qué argumentos tengas contra esto, no son suficientemente válidos. Y es que mientras un videojuego depende de un universo finito, prediseñado y programado, un juego de rol en papel es infinito. El único límite lo impone la imaginación. Ningún videojuego podrá jamás competir contra algo así. Es por eso que a día de hoy, aún existiendo un abanico tan amplio de videojuegos del género RPG, muchos roleros prefieren reunirse alrededor de una mesa con un manual y un puñado de dados, antes que sentarse delante de una pantalla.
Las compañías de videojuegos pueden añadir DLCs, parches, mods… cantidades indecentes de contenido adicional para complementar un videojuego. Pero ni aún así tienen una mínima posibilidad de competir contra las infinitas opciones de juego y posibilidades que brinda un buen manual sostenido por un puñado de mentes ingeniosas.
Soy particularmente fan de los sistemas de “poderes” o magia que se utilizan en los juegos de rol (tanto en papel como en videoconsola). Durante años he probado multitud de videojuegos con este tipo de sistema, donde la variedad de hechizos y capacidades mágicas era casi ilimitada. Pero en comparación al sistema de magia de un buen juego de rol como Ars Magica o Mago: La Ascensión, cualquier sistema de poderes de un videojuego queda reducida a la altura del betún. Punto para el rol en papel.
Otro punto a favor (y este es más importante de lo que parece): a veces es una buena excusa para pasar un buen rato con los amigos. Y si estás pensando: vale, pero también puedes quedar con los amigos para jugar a la videoconsola. Si vas a jugar al FIFA, vale, te lo acepto. ¿Pero para jugar a un videojuego de rol? No tengo constancia de que existan muchos RPG con un modo cooperativo que no sea online. Y creo que todos estamos de acuerdo en que no se puede comparar una reunión de amigos en la misma mesa, que a través de un puñado de cables.
Como conclusión personal: yo me quedo con el lápiz y el papel, pues me garantiza que podré llevar a cabo cualquier cosa que se me pase por la cabeza sin mayor limitación que un máster caprichoso. Un mismo manual puede adaptarse a mil universos distintos, mientras que un videojuego siempre será el mismo videojuego.
¿Y como conclusión objetiva, qué es mejor? Depende enteramente del jugador y de las circunstancias. Una mente inquieta y caprichosa, con gran inventiva e imaginación probablemente preferirá el rol en papel. Por otro lado, alguien con ideas concisas cuyo principal objetivo es disfrutar de una buena historia y una gran atmósfera, sin mayor esfuerzo por su parte, optará por los videojuegos. Como ya he dicho, es algo demasiado personal y circunstancial, que va intrínsecamente ligado al gusto y a la situación.
¿Y tú? ¿Con cuál te quedas?