
Estoy harto del estereotipo de doncella frágil y delicada como personaje femenino recurrente de los cuentos clásicos, como los escritos por los Hermanos Grimm y similares. Un tópico que se ha extendido como la pólvora y ha infectado gran parte de la Literatura Universal y el cine que hoy conocemos. Aunque su presencia es más evidente en series de televisión y películas, muchos libros tampoco están exentos de pecado.
Tres palabras: doncella en apuros. Una vez tiene su encanto. Dos tiene gracia. ¿Pero cuántas van ya? ¿Cuántos libros y películas existen donde hay un personaje femenino que necesita ser rescatado? La típica jovencita inocente y cándida, con una belleza y fragilidad de porcelana y con menos personalidad que un ladrillo. Cuya existencia se reduce a esperar a que la rescaten, mientras se pasa el día llorando desconsoladamente, rezando, cantando o durmiendo.
Pero es que para colmo eso no es lo peor que le puede pasar a un personaje femenino. Cuando no es una doncella en apuros, es un reclamo sexual. Sobretodo en el cine, la figura del personaje femenino queda reducida a una cara bonita con un cuerpo despampanante, que hace cosas sin valor para la trama, como enamorarse del protagonista o reafirmar la condición de héroe del mismo. Seguro que se te ocurre algún ejemplo. Ya sabes, la típica chica guapa que va en tacones en pleno apocalipsis zombie. O la que enseña más carne de la que esconde a pesar de que la historia se desarrolla en las calles de Rusia. A veces, da la sensación de que son personajes creados con la única finalidad de captar espectadores masculinos. Y una seductora mueca de la actriz en el cartel promocional delata dicha intención. ¿Puede existir un personaje más comercial que eso?. Y un personaje comercial difícilmente puede ser un buen personaje.
La «doncella en apuros» que te da una paliza.
No me parece mal que el villano se encapriche de la chica y la secuestre. Es una trama aceptable como otra cualquiera. Pero que, en cuanto la mujer cae en manos del villano, quede totalmente inválida y a la espera de que aparezca el héroe de turno a salvarla me resulta ofensivo. Una mujer cualquiera (y ojo, digo cualquiera, ya no estoy hablando de una heroína curtida en mil batallas) intentaría escapar, resistirse y sobrevivir como sea. No veo realista que una chica encerrada en una torre se acurruque en una esquina a llorar y a esperar un milagro, sin ni siquiera comprobar posibles salidas. Ni un hombre, ni una mujer. Cualquier persona con dos dedos de frente en una situación de princesa Disney intentaría fugarse de mil formas, en vez de resignarse al cautiverio a la primera de cambio.
Me gustaría ver una princesa Aurora (La Bella Durmiente) que, en vez de pasarse toda la historia durmiendo, se despierta del maleficio tras una lucha interna y una fuerte voluntad. Derriba la puerta de un puñetazo, coge una espada de la vaina de una vieja armadura y se abalanza contra la bruja. Y aunque ésta se convierta en dragón, ella no se achanta y sigue lanzando espadazos a diestro y siniestro, hasta trozear a la bestia y salir victoriosa. ¿A qué suena bien? ¿Qué clase de «protagonista» (que hasta el título del libro y de la película hacen referencia a ella) se pasa todo el tiempo durmiendo?
El personaje tipo de doncella en apuros es un recurso narrativo como otro cualquiera. Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero poco a poco hemos convertido a cualquier personaje femenino en una doncella desvalida que necesita ayuda del protagonista. Y a no ser que ella sea la protagonista, difícilmente es capaz de lograr hazañas que no queden eclipsadas por cualquier acción del protagonista.
Pero tampoco basta con darle un par de responsabilidades, alguna que otra acción relevante en la historia y una palmadita en la espalda. Esta sería la clásica co-protagonista que acompaña al protagonista a todas partes y que hace lo posible por serle de utilidad (que a menudo es una chica muy sexy que está enamorada de él). No deja de ser un complemento del héroe, un recurso narrativo de apoyo, pero que no tiene fuerza por sí mismo. A todos esos personajes, si intentamos ver la historia desde una perspectiva donde el protagonsita no existe, el villano vence y todos mueren. Porque la chica por sí sola no puede hacerle frente a los mismos desafíos que el prota. Esto es así. Camúflalo como quieras. Dale superpoderes y una personalidad feroz a la chica, pero si es incapaz de brillar por sí misma, sin necesidad de reflejar la luz de otros personajes, entonces no es un personaje femenino digno.
Luego están las Mary Sues de turno, que no son precisamente doncellas en apuros sino todo lo contrario. Pero en estos casos es peor el remedio que la enfermedad. La Mary Sue es un recurso narrativo terrible, tan pobre y malogrado como repetir la doncella en apuros hasta la saciedad. No deja de ser otro cliché más.
¿Cómo combatir esto?
En primer lugar, no cometas el error de hacer que el personaje femenino sea una figura subyugada al protagonista. Dale un valor independiente. Debe ser una amenaza para la fuerza antagonista por sí sola. Y si ella es la protagonista, no le quites potencial apoyándola demasiado en sus aliados. Una cosa es conseguir grandes logros gracias al trabajo en equipo, y otra muy distinta es ser completamente inútil en solitario.
Olvida la creencia de que los hombres son más fuertes que las mujeres. Puede que lo hayas visto así en una gráfica, pero no tiene por qué ser igual en tu historia. La chica puede darle una paliza al musculoso villano, simplemente porque ha sido bien entrenada.
Pero la fuerza tampoco lo es todo. La inteligencia y la astucia pueden llegar a ser letales. Y estos son rasgos que cualquier personaje puede tener, independientemente de su sexo y edad. Lo único que tienes que hacer es elegir unos aspectos de tu personaje femenino y potenciarlos, dándoles un valor único en la historia. Puede que el protagonista sea más ágil y diestro con la espada, pero la chica puede ser más inteligente, más sabia y toda una experta en el tiro con arco. No permitas que el chico supere a la chica en absolutamente todos los aspectos. Este tipo de error, además de no ser nada realista, es denigrante para ella.
No obstante, puedes aprovecharte de los prejuicios del género para definir mejor (o al menos de un modo más creíble) a tus personajes, desarrollándolos a partir de un canon generalizado.
Los prejuicios del género.
Tanto a hombres como a mujeres se les atribuyen ciertos rasgos genéricos que les definen, pero que en ningún caso son determinantes.
¿Existe algún rasgo de personalidad o carácter que compartan todos los hombres del mundo? ¿Y todas las mujeres?
Definitivamente no. Puede que haya aspectos que posean casi el 99% de los hombres o mujeres, pero nunca en su totalidad. No puedes definir a tus personajes basándote en el sexo, porque te estarás basando en un cliché sin más fundamento que la estadística. Sería como decir que un caballo no puede ser blanco porque la mayoría de los caballos son marrones.
¿Y qué rasgos comparten la mayoría de hombres? ¿Y de mujeres?
Esto que voy a plantear es desde una perspectiva cultural, no personal. Pero si hubiese que categorizar en un mismo bloque a todos los hombres y mujeres, sería más o menos así:
Los hombres son fuertes, orgullosos y competitivos. Les seduce el poder y son territoriales. Temerarios a veces, pues la valentía se asocia a la masculinidad. La virilidad es su característica más poderosa. Son protectores con los suyos, agresivos ante la adversidad. Rudos, toscos y menos sensibles que la mujer.
Las mujeres son perspicaces y diligentes. Compensan su falta de fuerza respecto al hombre con flexibilidad y agilidad. Son sensibles, curiosas, orgullosas y astutas. Prefieren solucionar los problemas mediante la vía diplomática, y no les faltan recursos para salirse con la suya a toda costa. Protegen con uñas y dientes lo que es suyo, a veces incluso más que los hombres.
Podría decirse que esto es una «plantilla de personaje» de sexo masculino y femenino respectivamente. Aludiendo a la generalización cultural que se le atribuye a cada género.
Puedes tomar como punto de partida estas características, las que mejor representan a cada género en su conjunto. A partir de ahí, añade y elimina aspectos, según cómo quieras que sea el personaje. De esta manera quizá te resulte más fácil construir personajes masculinos y femeninos según la percepción cultural que todos tenemos.
No obstante, si crees que puedes crear un buen personaje sin necesidad de una «plantilla», te insto a que lo hagas. Tu personaje debe cumplir una función en la historia, pero «recordarle al lector lo guay que es el protagonista» no es una función digna para ningún personaje. Los personajes principales, ya sean femeninos o masculinos, funcionan mejor como fuerzas individuales aliadas, que como complementos del protagonista. Y si tu protagonista es del sexo femenino, no crees una figura tan dependiente de sus aliados. Una chica no necesita un compañero musculoso para suplir su poca fuerza. Ella puede ser fuerte y musculosa. Esto puede parecer obvio, pero estoy tan harto de verlo en cine y televisión que considero necesario decirlo.
He realizado una lista con personajes femeninos que huyen del estereotipo de doncella en apuros y que además están maravillosamente desarrollados. La mayoría son protagonistas, pero también hay personajes principales y secundarios. Todas ellas muy diferentes entre sí, para que puedas apreciar que no hay que reunir unas características concretas para construir un buen personaje femenino.
10 ejemplos de buenos personajes femeninos.
Esta lista que recoge ejemplos de diez personajes femeninos maravillosos y totalmente autosuficientes a nivel narrativo. En la lista he recopilado personajes tanto de la literatura como del cine.
Ellen Ripley (Alien)
Probablemente la protagonista más icónica del cine de ciencia ficción. La teniente Ripley es todo un referente; una mujer fuerte, astuta, inteligente y valiente, que se enfrenta cara a cara a una de las formas de vida extraterrestre más mortífera del universo.
Elizabeth Benett (Orgullo y Prejuicio)
La Srta. Elizabeth Bennet no sólo es admirable como personaje dentro de la historia, sino dentro del contexto sociocultural en el que se expuso. Una mujer que nadó a contracorriente y siempre tuvo claro su propósito. Con una personalidad fuerte pero sin ser dominante y segura de si misma pero sin ser arrogante.
Scarlett O’Hara (Lo que el viento se llevó)
Maravillosamente interpretado por Vivien Leigh, Scarlett O’Hara es un personaje perfectamente imperfecto. Tiene sus defectos, pero en su fuero interno es una superviviente que logra sobreponerse a la guerra y recupera su vida contra todo pronóstico. Se enfrenta a las penurias de la guerra y sale airosa de toda adversidad.
Nina Sayers (Cisne Negro)
La aparentemente frágil Nina Sayers es una prometedora bailarina, pero la presión que ejerce su madre y su coreógrafo la conducen a una espiral de caos y demencia. Durante la cinta sobrelleva una carga y una presión indecible, que desemboca en una magistral danza de transformación personal donde los límites de la realidad se destejen al ritmo de la música.
Penélope (La Odisea de Homero)
Si eres de los que piensan que los personajes femeninos solo han sido poderosos en las últimas décadas, te equivocas. La esposa de Homero, Penélope, es una mujer inteligente y con una voluntad a prueba de bombas. Sin perder la esperanza, se mantiene firme ante la presión de sus pretendientes y confía en el regreso de su marido a pesar de tener el mundo en contra.
Lyra Belacqua (La Materia Oscura)
La edad tampoco es un requisito para ser una mujer fuerte y valiente. Lyra Belacqua sólo es una niña, pero eso no le impide viajar a través del mundo a lomos de un oso con armadura para evitar un conflicto interdimensional.
Amelie Poulain (Amelie)
¿Quién no conoce a Amelie? ¿Existe un mejor ejemplo de cómo un personaje puede ser magnífico y sencillo a la vez? Amelie es inocente, dulce, excéntrica y un poco cotilla. No es ninguna heroína, incluso tiene un peculiar sentido de la justicia. Tampoco hace grandes hazañas como para ganarse una escultura de oro. Pero aún así está rodeada por un halo mágico que impregna todo aquello que dice y hace. La importancia de las cosas pequeñas hacen de este personaje una obra maestra.
Clarice Starling (El silencio de los corderos)
Clarice Starling es la detective que va tras las pista de Hannibal Lecter, el genio psicópata y caníbal. Un trabajo tan peligroso como difícil, que requiere de inteligencia, dedicación y astucia. Clarice y Hannibal comparten una química y una relación que solo sería posible si ambas partes poseyeran una presencia y una inteligencia equiparable.
Daenerys Targaryen (Canción de Hielo y Fuego)
No se me ocurre un mejor ejemplo de ascensión que Daenerys. Empieza la historia siendo una insignificante pieza en el tablero de su hermano, pero por su determinación de hierro y azares del destino se convierte en reina y madre de tres dragones, somiéndo a sus enemigos bajo su fuego e imponiéndose triunfante ante cualquier adversidad.
Sarah Connor (Terminator)
El mundo entero creía que Sarah Connor estaba loca, pero aún así ella se mantuvo firme. Con todo en su contra y sin recursos se enfrenta a una amenaza del futuro diseñada para aniquilar. De los mejores ejemplos de mujer superviviente que se me vienen a la cabeza.
Esto son 10 personajes, pero la lista podría extenderse mucho más. Por suerte hay escritores que saben utilizar debidamente a la mujer como el concepto narrativo que se merece. Gracias a ellos tenemos personajes tan magníficos como los anteriormente listados. Y para que tus personajes femeninos sean así de auténticos y geniales, inspírate con buenos ejemplos, no con estereotipos. No veas a las mujeres, chicas, incluso niñas de tu obra como doncellas indefensas. Ellas también pueden dar tanta guerra (o más) que un hombre.
Si con todo esto ya tienes una idea clara sobre cómo crear personajes femeninos, me doy por satisfecho. Pon lo aprendido en práctica desde ya y no tardarás en ser un auténtico experto en desarrollo de personajes femeninos.