¿Cuántos capítulos aproximadamente debe tener una novela? ¿Qué extensión deben tener? ¿Cómo debe dividirse el contenido?
Esta es una fase que todo escritor padece tarde o temprano. En algún momento del proceso literario tenemos que pararnos a pensar en esto, nos guste más o menos, y diseñar un sistema de capítulos que nos permitan hacer del texto algo más que un montón de palabras apiladas.
Lo primero que tienes que tener claro es que no existen reglas fijas sobre esto. Aunque la mayoría de novelas siguen un patrón más o menos común, siempre existen excepciones que se saltan toda norma y aún así funcionan estupendamente. Por ello, tómate esto como consejos para tomar un punto de partida, pero no como reglas irrompibles y absolutas.
Tanto la extensión que debe tener cada capítulo, como la cantidad de capítulos, depende directamente de la extensión de tu novela. Sería absurdo decirte que cada capítulo debe tener, por decir un número al azar, 80 páginas, cuando tu novela tiene 120. Por eso no voy a darte números, sino consejos.
La Utilidad de los Capítulos
Los capítulos nos permiten ordenar el contenido y más importante aún: los acontecimientos en la historia. Esto facilita la tarea tanto de escribir (pues resulta infinitamente más fácil estructurar el principio, nudo y desenlace de la historia) como de leer (pues ayuda al lector a hacerse una mejor idea del avance de la trama y le proporciona un respiro continuado).
Pero ¿cómo deben ordenarse los capítulos?
Los capítulos de una misma novela no tienen por qué ocupar más o menos el mismo número de páginas. Si tu novela cuenta con 300 palabras y decides dividirlo en diez capítulos, esto no quiere decir que cada capítulo tenga que tener 30 páginas. En absoluto. Un capítulo puede tener 30 páginas y otro pueden ser 100. No hay un máximo ni un mínimo. Realmente no debes de preocuparte en ningún momento por el número de páginas, sino por el contenido de esas páginas.
¿Por dónde cortar?
La mejor forma de elegir un buen momento de corte es imaginando que nuestra novela es una función de teatro y cada capítulo es un acto. Como resulta obvio, nunca deberías terminar un capítulo en mitad de una escena. Imagínate una función donde en mitad de una escena irresoluta o en mitad de la frase de un actor, cayera el telón bruscamente y nos dejase a todos los espectadores con una ceja levantada. Sería tan desagradable como cuando en televisión meten un corte publicitario en mitad de una frase o de una escena. Lo que haya empezado en ese capítulo, debe quedar medianamente resuelto en el mismo. Otra cosa muy distinta es utilizar esos cortes en mitad de las escenas a propósito, para crear una mayor incertidumbre.
El protagonista es un elemento clave, muy a tener en cuenta a la hora de dividir en capítulos. Es imprescindible que éste evolucione y avance a la vez que se van sucediendo los capítulos, de lo contrario la historia se estancará y la acción general quedará relegada a acciones simples y poco trascendentales para la historia que adormecerán al lector.
Dale un respiro al lector
Los capítulos ofrecen un respiro al lector, además de servir de «punto de guardado» hasta la noche siguiente. Aunque este aspecto es algo muy subjetivo, que depende enteramente del gusto del lector, para mí es muy necesario que un libro permita respiros constantemente. Es muy incómodo incorporarse a la lectura entre párrafo y párrafo, por no mencionar lo confuso que resulta a nivel de guión ubicar el clímax. Hace relativamente poco leí Mort de Terry Pratchett, que carecía de una división en capítulos, y me resultó tan frustrante la lectura que casi no pude disfrutar del contenido. Es como hacer un maratón de cine sin descanso. Como ver una trilogía de seguido, doce horas pegado a la pantalla, sin anuncios, sin una pausa para ir al baño o para preparar palomitas. Por mucho que te esté gustando lo que ves, eres humano y el cansancio hace mella.
¿Cúando hacer el corte?
A la hora de diseccionar una novela, para separarla en capítulos, tienes varias opciones:
Divide a partir de la trama
Presta atención al argumento y localiza los hitos más característicos de cada parte. Intenta que cada capítulo tenga un cierre consecuente a lo ocurrido en el mismo. A menudo los capítulos son pequeñas historias o eventos autoconclusivos, como si de una serie de televisión se tratase: existe una trama general, que sería la novela en sí, compuesta por una serie de episodios individuales que hacen que esta avance poco a poco, a la par que suceden otros eventos independientes pero con cierta relación con la trama central. Cuando la subtrama haya finalizado, sabrás que ha llegado el momento de finalizar el capítulo. Por ejemplo:
Capítulo 1: El protagonista y los personajes principales se conocen.
Capítulo 2: El antagonista hace su aparición, declara sus intenciones y desata el conflicto.
Capítulo 3: El protagonista emprende un viaje para detener el desastre que se avecina.
Capítulo 4: Durante su viaje es atacado por unos lacayos. Los derrota y retoma su camino.
Capítulo 5: El protagonista llega a una ciudad donde descubre una tenebrosa verdad sobre el antagonista.
Capítulo 6: El protagonista va en busca de su enemigo una vez descubierto su escondite.
Capítulo 7: El protagonista y el antagonista se ven las caras y se baten en duelo.
Capítulo 8: Resolución.
También puedes dividir los capítulos en escenas que aporten una información relevante al lector. Por ejemplo, un capítulo podría servir para mostrar las auténticas intenciones de un personaje, o puede ser un diálogo donde se revelan opiniones… siempre y cuando tenga un propósito general y relevante para la historia central.
Divide en los puntos dramáticos
Un buen final de una historia deja al lector satisfecho, pero si quieres escribir una secuela de la misma, añadir un cliffhanger, para que dicho lector se quede con ganas de leer más, es una propuesta muy acertada. Este término
viene de un antiguo modelo de series, donde al final de cada segmento se dejaba al héroe o a la heroína en una situación peligrosa (a veces literalmente colgando de un acantilado). De ahí lo de «cliffhanger», algo así como «colgado de un precipicio» en inglés. Puedes hacer lo mismo con tu historia a la hora de dividir los capítulos y dejar al protagonista en una situación comprometida, lo que provocará en el lector un mayor interés de seguir con el siguiente capítulo.
Divide por el ritmo
La cantidad de capítulos influye directamente en el ritmo de una novela. Es decir, cuanto mayor sea el número de capítulos, más ágil será la lectura y más corta se hará la historia. Si respetas las normas mencionadas anteriormente y tus capítulos son breves, todo fluirá mucho más rápido. Pero ojo, respetando lo ya mencionado, con capítulos cortos no quiere decir que hagas cincuenta cortes dónde te dé la gana, simplemente porque crees que así será ma´s fluido. Como inconveniente a esto, vas a tener muchas dificultades para profundizar en los personajes o para crear tramas secundarias interesantes. Si prefieres esto último, haz que tus capítulos sean largos. Que cada capítulo sea un mundo y no lo des por cerrado hasta que todo lo que has querido mostrar al lector en ese capítulo esté perfectamente atado.
Divide por los personajes
Este sería el caso de la novela río, que se aprovecha del formato para organizar los capítulos a partir de los propios personajes. Cada capítulo se centra en un personaje, como si fuese el protagonista de ese capítulo, de manera que toda la novela puede tener tantos capítulos como personajes.
A modo de conclusión: no te obsesiones con este tema, porque ni siquiera es algo necesario. Normalmente la historia te va a pedir momentos de reposo, sobretodo si hay saltos temporales en la misma. Si tu novela tiene una estructura muy cerrada y sólida, que no da lugar a cortes, simplemente no los hagas. Las distintas fases de cambio del protagonista también pueden ayudarte con la división. Lo dicho, todo depende de la historia que hayas escrito. Pero de un modo u otro, ésta te dirá lo que debes hacer una vez te sientes delante del montón de páginas con el bisturí. No tengas ningún reparo en cortar por distintos puntos y probar por dónde quedaría mejor el corte. Otra opción, es que lo tengas todo ordenado en el borrador y sepas los capítulos que vas a escribir incluso antes de hacerlo. Todo depende de tu situación, analízala y dale el mejor resultado posible a partir de los consejos prestados. Porque cada escritor es un mundo y cada novela un universo.