Es fácil describir cuando se trata de formas. Todos podemos imaginar fácilmente unos labios esbozando una sonrisa, un bonito prado de amapolas o un árbol mecido por el viento. ¿Pero qué pasa cuando vamos un paso más allá? ¿Cómo describirías el tacto de esos labios al besarlos, el olor del campo de amapolas y el sonido que produce el viento al atravesar la maraña de hojas? Ahí es donde el buen escritor marca la diferencia. La diferencia entre leer un libro y vivir un libro.
Escribir para los cinco sentidos.
Y es que cuando se trata de usar la imaginación, los cinco sentidos son partícipes innegables de la lectura. ¿Alguna vez te ha pasado que, mientras leías una descripción de un olor, has llegado a olfatear dicho olor durante una milésima de segundo? No es magia, es psicología.
Los recuerdos se codifican mediante varios elementos: visual, auditivo, emocional, etc. Si evocamos un recuerdo por el componente visual, las otras vertientes y elementos del recuerdo se manifiestan, pues están asociadas. Por ejemplo, si olemos una rosa, en nuestro cerebro se llevan a cabo una serie de conexiones neuronales. Estas conexiones conectan el elemento visual de la rosa con el olfativo. De manera que, cuando veamos una rosa en una foto, existe la posibilidad de que nuestro cerebro, al rescatar dicha conexión, nos evoque el olor de las rosas.
Cuanto mayor sea la fidelidad de la reproducción respecto a la fuente original, más fácil será suscitar esta sensación. Por ello, el escritor, tiene que conocer bien aquello que pretende evocar. Lo ideal es que experimente él mismo esas sensaciones y conserve esos recuerdos asociados, de manera que pueda traspasarlos al lector a través de las páginas. Por ejemplo: Si tienes la posibilidad, recurre al objeto cuyo olor quieres describir y olfatéalo bien. Huélelo repetidas veces e intenta imaginar qué te sugiere. Dale un significado con palabras.
No dudes en experimentar las mismas sensaciones que quieres describir en tu obra. Por eso muchos escritores viajan continuamente en busca de vivencias que alimenten su inspiración y aporten realismo a sus descripciones. Un escritor no se puede pasar la vida encerrado entre cuatro paredes, necesita vivir experiencias si quiere que sus descripciones sean fieles a la realidad.
Escribir para los cinco sentidos es un ejercicio que requiere de experiencia; sólo con la práctica asidua conseguirás sumergir completamente al lector y hacer que sus cinco sentidos se activen.
Las metáforas también juegan un papel muy importante a la hora de transmitir sensaciones. Esta valiosísima herramienta de escritor te puede ayudar a plasmar sobre el papel emociones y sensaciones que creías imposibles de transmitir. Además de ser un embellecedor natural para la narración.
Adjetivos para los cinco sentidos.
Normalmente, a la hora de describir, solemos utilizar siempre los mismos adjetivos. A continuación, tienes una lista de adjetivos poco usuales que pueden servir para hacer descripciones más certeras y originales.
Más que en la interacción de personajes, el uso de adjetivos es esencial en las descripciones de paisajes. Pues cada sentido se ve afectado por la presencia del entorno, y del mismo modo que el personaje lo está sintiendo, es menester del escritor trasmitir estas emociones al lector. Aportando adjetivos valorativos, sugerentes y precisos se pueden plasmar estas sensaciones sobre el papel, como se muestra en los siguientes ejemplos:
Vista: El prado verdeante dejaba entrever algunas amapolas.
Gusto: El humo de la hoguera dejaba un sabor amargo en la garganta.
Tacto: Sus dedos resbalaron por el cristal frío y sudado de la cerveza.
Oído: El barullo del mercado penetraba punzante a través de los oídos.
Olfato: El aroma dulce de las fresas del huerto llenó sus pulmones.
Cada adjetivo, por regla general, hace referencia a uno de los cinco sentidos. Puedes utilizar todos estos como recurso para tus propias descripciones. Así te será más fácil darle realismo al entorno y hacer que los cinco sentidos sean partícipes de tu obra.
Adjetivos para la vista.
Amarillo, anguloso, azul, blanco, circular, cuadrado, grande, minúsculo, negro, pequeño, redondo, verde, violeta, rojo, triangular, lívido, turquesa, índigo, añil, azulgrana, colorado, bronceado, albo, púrpura, nacarado, encarnado, rubio, dorado, verdinegro, pajizo, pardo, oliváceo, castaño, tabaco, avellanado, parduzco, trigueño, fucsia, cobrizo, marengo, ceniciento, grana, magenta.
Adjetivos para el oído.
Atronador, penetrante, estridente, rumoroso, martilleante, cavernoso, retumbante, crujiente, destemplado, susurrante, vibrante, insistente, chirriante, bronco, agudo, alto, atronador, bajo, bullicioso, cadencioso, cascabelero, chirriante, clamoroso, crujiente, estrepitoso, estridente, estruendoso, fragoso, fuerte, gangoso, martilleante, metálico, mugidor, rechinante, resonante, ronroneante, ruidoso, silbante, sostenido, susurrador, ululante, vibrante, zumbador.
Adjetivos para el olfato.
Embriagador, sofocante, penetrante, refrescante, fétido, apestoso, espeso, maloliente, viciado, excitante, aromático, fragante, concentrado, mareante, agradable, apestoso, aromático, asqueroso, delicioso, desagradable, embriagador, excitante, fétido, fragante, hediondo, hediente, maloliente, mefítico, oloroso, odorífero, penetrante, pestilente, pestífero, refrescante, subyugante, etéreo, rancio, aireado, mohoso, viciado, fresco, putrefacto, tenue, ligero, floral, y acre.
Adjetivos para el gusto.
Apetitoso, insípido, dulce, afrutado, amargo, jugoso, insulso, dulzón, semidulce, agridulce, picante, empalagoso, rancio, ácido, podrido, salobre, amargo, ácido, agridulce, ahumado, delicioso, dulce, fresco, insípido, picante, rancio, sabroso, salado, soso, suave.
Adjetivos para el tacto.
Granuloso, gélido, templado, bochornoso, tibio, caldeado, quemado, espinoso, calloso, escamoso, nudoso, arenoso, fino, terso, viscoso, basto, blando, duro, tupido, estropajoso, tierno, hueco, dúctil, fláccido, maleable, flexible, áspero, aterciopelado, blando, caluroso, deformado, delicado, flexible, frío, húmedo, liso, macizo, pastoso, pegajoso, pesado, pulimentado, refrescante, rígido, rugoso, seco, sedoso, suave, tibio, untuoso.
¿Te ha sido útil esta información? ¿Sueles utilizar los cinco sentidos en tus narraciones, o te limitas simplemente a uno? Utiliza este conocimiento a tu favor y haz que tus descripciones sean intensas e inmejorables.