¿Te ha pasado alguna vez?
- Leer algo que te parecía un tostón.
- Releer un texto más de una vez por resultarte confuso.
- Tener que buscar cada dos por tres en el diccionario para comprender lo que lees.
- Perder el hilo en medio de un párrafo sin puntos.
- Abandonar la lectura porque era infumable.
Seguro que sí te ha pasado.
Leyendo aprendemos, entre otras muchas cosas, que hay aspectos que deberíamos evitar a la hora de redactar.
Y una de las cosas que he aprendido yo durante mi corta experiencia como escritora y autora de un blog es que para que lean lo que escribes, tiene que ser legible.
Pero tranquilo: hoy te voy a contar las claves para que ni aburras, ni confundas, ni agotes a tus lectores.
Te voy a dar unas prácticas recomendaciones que hará que tus artículos sean legibles, concisos, interesantes y tremendamente amenos. ¿Listo? ¡Pues sigue leyendo!
¿Qué es la legibilidad?
La legibilidad lingüística se da cuando hay facilidad para leer, comprender y memorizar un escrito.
Es importante que lo que escribes tenga un alto grado de legibilidad.
¿Por qué?
Pues para que tus lectores no acaben por abandonar tus redacciones sin finalizarlas (y encima con ese amargo recuerdo que hará que no quieran volver a saber de ti).
A grandes rasgos, un texto legible es:
- Claro
- Concreto
- Una composición de palabras cortas y sencillas
¿Cómo hacer que lo que escribes sea legible?
A la hora de revisar tus textos, ten en cuenta estas 8 recomendaciones que aumentarán la legibilidad de tu prosa.
1# Utiliza frases cortas, pero no te pases
Un texto con frases interminables acaba por cansar al lector que, para comprender lo que está leyendo, tiene que volver atrás y sumergirse de nuevo en un laberinto compuesto de frases subordinadas, aposiciones y demás incisos.
- Hay investigaciones de la psicolingüística que ofrecen datos interesantes sobre la capacidad de comprensión de los lectores: Por lo visto, somos capaces de retener una media de hasta 15 palabras mientras leemos.
- Por otro lado, varios manuales sitúan el límite de palabras en una frase en 20 o 30.
Pero esto es algo que no hace falta que nos lo garantice nadie porque, por propia experiencia, todos hemos leído alguna vez un texto con párrafos interminables y hemos acabado dándole portazo.
Pero ojo, porque también podemos perder el hilo a la inversa, es decir, ante un escrito formado solo por frases cortas.
Lee este ejemplo:
«No quiso saber nada. Se largó con una estela de indignación. Él se quedó inmóvil unos segundos. Miró a través de la ventana. Los pájaros piaban con descaro. La luna se parecía más que nunca al sol. Una lágrima descendió. Todo se volvió borroso.»
Mmmm…, no mola nada.
Esto ocurre porque, para comprender un texto así, tenemos que retener cada frase para poder ver la totalidad de lo que estamos leyendo.
Los nexos ofrecen fluidez, unidad y comprensión. Su ausencia convierte un texto en un montón de frases sin coordinar, o sea, en un telegrama.
Vamos a ver cómo arreglar el párrafo anterior añadiendo algunos nexos:
«Ella no quiso saber nada y se largó con una estela de indignación mientras él se quedaba inmóvil unos segundos. Miró a través de la ventana: los pájaros piaban con descaro y la luna se asemejaba más que nunca al sol. Una lágrima descendió y todo se volvío borroso.»
Sí a frases cortas, no a un estilo telegráfico. Coloca conectores de forma moderada para que la lectura sea fácil y fluida.
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2# No abuses de los incisos
Seguimos hablando de la tendencia a eternizar las frases. Es recomendable un uso prudente de los incisos (explicaciones, aposiciones, subordinadas, etc.).
¿Por qué?
Los incisos bien utilizados pueden enriquecer un texto, pero no olvidemos que irrumpen en medio del flujo natural de una frase.
Lee, si puedes, el siguiente ejemplo:
«Le había dicho que no podía vivir sin ella, tan pura y alegre, porque todo el tiempo que había estado viviendo a su lado habían sido los mejores años de su vida, hasta entonces llenos de sombras que en ocasiones se agolpaban en su corazón que ya estaba tan cansado de tener que cerrar sus puertas, viejas y golpeadas, y que ya deseaba abrirse a nuevas sensaciones, nuevas experiencias y, en definitiva, a una vida más llena.»
¡Me pierdo!
Un mal uso o abuso de los incisos disminuye la legibilidad de lo que escribimos al alargar la frase en exceso y al llegar a confundir al lector.
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3# No separes palabras relacionadas
Es decir:
No separes el sujeto del verbo, ni el verbo del objeto, ni el nombre del adjetivo.
Colocar incisos en medio de estos elementos, es una práctica que dificulta la comprensión del texto.
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4# El orden y la posición
Si bien es cierto que el orden recomendable de los elementos de una frase es el básico (sueto-verbo-complementos), también lo es que leer un libro entero así puede resultar monótono.
Usa el orden básico, pero anima tu prosa con alguna que otra alteración del orden. (Ojo con caer en el exceso porque acabarías por marear a tus lectores).
En cuanto a la posición, ¿qué es lo que tenemos que situar primero en un párrafo?
Resulta que el principio de un párrafo debería estar ocupado por la información más relevante de lo que estamos escribiendo.
¿Por qué?
- Porque es lo primero que va a leer el lector.
- Y porque es lo que más va a recordar.
La frase más importante en cualquier texto es la primera. Si no induce al lector a pasar a la segunda, estás muerto.
William Zinsser
¿Qué pondremos al final?
Es recomendable situar al final las subordinadas, pero sin atiborrar. Aunque los complementos circunstanciales de tiempo y de lugar pueden ir perfectamente al principio ya que no entorpecen la fluidez de la frase.
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5# No escondas a los actores
Es habitual que nos encontremos con textos despersonalizados que no acaban de llegar con fuerza al lector.
Es importante que haya un actor en la frase que dé energía al conjunto. Procura ser concreto porque un texto abstracto reduce la legibilidad y produce un efecto distante, frío y despersonalizado.
Por ejemplo:
«Se ha ordenado desde la Dirección que desde ahora no se podrá entrar sin botas.»
El efecto es diferente a:
«La Dirección ha ordenado que desde ahora nadie podrá entrar sin botas.»
No dejes sin actores a tus frases.
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6# No al estilo nominal y pasivo
En textos de carácter administrativo y periodístico, es habitual que nos encontremos con un estilo nominal.
Este tipo de estilo es el que usamos cuando tenemos tendencia a escribir con más nombres que verbos.
Por ejemplo:
«La desaprobación de las condiciones del acuerdo por parte del sindicato ha desembocado en una huelga secundada por los trabajadores de la empresa Pepito, S.A.»
Seguro que podemos aumentar su fuerza si le devolvemos un estilo verbal, activo y más cercano:
«Los trabajadores de la empresa Pepito, S.A. han secundado una huelga después de que el sindicato desaprobara las condiciones del acuerdo.»
Opta por un estilo verbal y activo.
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7# Limitar los gerundios
Es preferible abstenerse del uso de los gerundios ya que pueden sobrecargar un texto y darle un aire arcaico.
Además, en ocasiones lo usamos mal y, aunque no voy a especificar ahora todos los malos usos del gerundio, sí vamos a hablar del llamado gerundio de posterioridad.
Para empezar, la función del gerundio es indicar simultaneidad entre los hechos que se redactan. Así, podríamos substituirlo por un «mientras»:
«Me caigo rodando» o «Hablo corriendo», podría ser «Me caigo mientras ruedo» y «Hablo mientras corro».
Pero es muy habitual que nos encontremos con textos en los que se utiliza el gerundio de posterioridad, aunque son muchos los manuales de estilo que lo rechazan.
Como podemos deducir de su nombre, este tipo de gerundio indica un hecho que ocurre a posteriori de lo que estamos explicando.
Por ejemplo: «Fue a trabajar siendo despedido al finalizar la jornada».
En el ejemplo, la acción del despido sucede después de la acción de ir a trabajar, con lo que el gerundio no tiene sentido porque no existe simultaneidad entre ambas.
Es mejor decir: «Fue a trabajar y lo despidieron al finalizar la jornada.»
Limita los gerundios y evita el de posterioridad.
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8# Léxico básico
Si no tienes que escribir un escrito de índole científica o técnica que requiera un tipo de léxico determinado, la recomendación es que utilices un léxico básico.
Leer un texto con palabras rebuscadas (algo común en escritores noveles como nosotros), es algo así como estar escuchando una melodía que no acaba de resultarnos armoniosa porque, de alguna manera, sentimos que algo en ella chirría.
Además, obligas al lector a interrumpir la lectura para buscar la palabra en el diccionario, si es que llega a tomarse esa molestia antes de renunciar a leer el texto completo.
Para dotar de legibilidad de tu prosa, utiliza un léxico amigable que haga sentir cómodo al lector: palabras cortas y sencillas.
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Los posos del café de hoy
Puedes descargarte a continuación la infografía que recoge las 8 claves para dotar de legibilidad tus textos:
Vamos a ver qué se ha tenido que asentar en nosotros después de este café:
# La legibilidad de un texto se da cuando es: claro, concreto y de fácil comprensión.
# Utiliza frases cortas (hasta 30 palabras, no más) pero no te excedas en la cantidad. Coloca conectores de forma moderada para que su lectura sea fluida.
# No al mal uso o al abuso de incisos: pueden llegar a alargar la frase en exceso y hacer que el lector pierda el hilo.
# No uses un estilo nominal: el verbo da energía al texto y lo personaliza.
# Evita el uso del gerundio, sobretodo del gerundio de posterioridad.
# No escondas a los actores, usa un estilo activo y evita el estilo impersonal.
# Utliza palabras cortas y sencillas. Un léxico básico facilita la comprensión y la lectura del texto.
# Apuesta por el orden básico (sujeto-verbo-complementos), pero anima tu prosa de vez en cuando cambiando dicho orden (sin caer en el exceso).
# Lo más importante de un párrafo tiene que estar situado al principio para propiciar y mantener el interés del lector a la vez que le facilitas la comprensión. Y lo mismo es aplicable a las frases.
Espero que estas 8 claves te ayuden a despejar tus textos de incomodidades y a agilizar su lectura. Por mi parte, ha sido un placer colaborar en este fantástico espacio.
¡Y ahora te toca a ti!
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¿Te habías planteado alguna vez en qué medida tus textos eran legibles?
Y, después de leer el artículo y como reflexión ¿qué tendencias no legibles son las que tienes a la hora de escribir? todos tenemos 😉
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