Aunque el título hace referencia a una novela, es importante señalar que los consejos aquí dados pueden resultar útiles tanto para la elaboración de un cuento, un relato breve, o incluso para un guión cinematográfico. Nunca pienses en la extensión que va a tener tu historia como un factor limitante. Ya sea breve o extensa, eso es algo que debe darte absolutamente igual. Si quieres contar algo, cuéntalo, independientemente de lo que te ocupe. Muchas veces empezamos a escribir algo y pensamos que en pocas páginas estará todo dicho, pero conforme avanzamos nos llevamos la sorpresa de que necesitamos diez veces más de lo previsto. Dicho esto, limítate a seguir las pautas y no pienses en cuánto te va a ocupar, sino en qué quieres contar y cómo quieres hacerlo. Escribir una novela es un proceso creativo muy duro, que requiere de constancia y perseverancia. Pero lo más importante es la inventiva: tu capacidad para crear y tener ideas. Debes aprender a manipular los conceptos que navegan por tu mente, deformarlos y combinarlos para obtener nuevas ideas a partir de ellos. Pero, para poder trabajar con ideas y conceptos, primero necesitas tenerlas.
¿Cómo inspirarse?
Es bien conocida la cita de Pablo Picasso que reza así: «La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.» Y esto es algo totalmente cierto. No esperes que te llegue la inspiración mientras ves tonterías en la televisión, o estando de fiesta con los amigos. No utilices la excusa de “no puedo escribir porque no me viene la inspiración.” Procrastinar, dejar que el tiempo pase, no te servirá de nada. Tienes que sentarte con ganas y paciencia, y esforzarte por sacar a flote esas ideas enterradas que tanto se resisten.
La inspiración hay que buscarla, no esperarla. Y la mejor forma de conseguirlo es leyendo, viendo series, películas, documentales, visitando museos, viajando y viviendo experiencias diferentes. Todo aquello que rompa con tu rutina hará que, en algún momento, algo haga click en tu cabeza y descubras una gran idea con la que empezar a trabajar.
1. Ten clara tu idea principal
Si te has planteado escribir algo, seguro que por lo menos tienes una buena idea. Te felicito, porque tienes un tesoro. Una buena idea es la semilla de una gran historia digna de ser contada. No es necesario que tu mente esté abarrotada de grandes ideas (de eso ya te preocuparás más adelante), ahora mismo nos basta con tener una idea. Un concepto. Un punto de partida. Retén esa idea principal, pues será la semilla que utilizarás para plantar tu historia.
2. Determina los elementos de tu historia
Una vez tengas tu idea clara, por simple que esta sea, el siguiente paso es desarrollarla. Darle forma para que se convierta en una historia compacta y entretenida. No obstante, un bloqueo muy común ocurre ante la falta de comunión entre nuestros conceptos iniciales. Normalmente, cuando quieres contar una historia, sabes lo que quieres contar, pero no sabes ni en qué orden ni cómo relacionar los distintos eventos y personajes.
Es decir, tienes personajes y situaciones que quieres implementar en tu historia, pero no sabes cómo hacerlo. Imagina que cada uno de esos conceptos individuales son un ladrillo y tu objetivo en este paso será construir un muro. Lo primero es ordenar bien esas ideas, del mismo modo que unos ladrillos deben estar bien alineados para conformar un muro firme y sólido. La argamasa serán los lazos conectores que deberás usar entre los distintos ladrillos para que exista cohesión entre ellos. Para lograrlo coge una hoja de papel en blanco, y escribe de manera caótica y desordenada los conceptos e ideas que quieres que existan en tu obra.
3. Dale forma a tu historia
Lee y relee cada una de las palabras que has escrito. Tu objetivo es encontrar una relación entre ellas, por ínfima que sea. Busca un patrón, y si no existe, invéntatelo. Intentar unir dos ideas totalmente opuestas muchas veces puede dar lugar a una nueva idea totalmente única y genial. Dicho de un modo metafórico, las ideas que has escrito en el papel son piezas de un puzzle que debes colocar en su sitio, encajarlas y ordenarlas hasta tener una única forma totalmente coherente y conexa. Para saber de qué debes componer tu historia, es altamente recomendable que le eches un ojo a Las 22 reglas de Pixar para crear una historia. Todo un ejemplo a seguir.
Si tienes en cuenta estos tres puntos los cimientos de tu historia serán sólidos. Lo suficiente para soportar todo lo que le quieras poner encima. Recuerda que aprender a trabajar una idea es sólo el primer paso de todo un largo proceso de creación literaria. Pero es un paso imprescindible, si lo omites corres el riesgo de arrepentirte cuando ya sea demasiado tarde.
Es fácil tener buenas ideas, lo difícil es desarrollarlas debidamente.