Más vale aprender de los errores ajenos que esperar a cometerlos uno mismo. Y más si hablamos de un oficio que abarca tanto y que además es complejo, como ocurre con la mayoría de disciplinas artísticas. En este caso, hablamos de la escritura. Para darle buen uso a su pluma, el escritor debe aprender algo nuevo sobre su trabajo cada día. Y qué mejor enseñanza puede haber que las impartidas por los mejores escritores del mundo. De escritores para escritores:
1. No te limites a escribir una escena, vívela.
No utilices el camino fácil en tus descripciones, lo único que conseguirás será privar de intensidad y realismo a tu obra. Utiliza la magia de las palabras, el doble sentido, las metáforas… Recurre a tus herramientas narrativas y haz buen uso de ellas. Hay muchas formas de contar algo, y sólo una de hacerlo mal: por el camino fácil y predecible. Estimula tu mente antes de escribir e intenta imaginar aquello que quieres narrar, no te limites con saberlo, tienes que imaginarlo. El pintor Joaquín Sorolla era capaz de crear la sensación de viento con su pintura, ¿por qué no iba a poder un escritor crear sensaciones con sus palabras?
2. Son tus manos, tú decides lo que escriben.
En demasiadas ocasiones las opiniones ajenas pesan más que las nuestras. Esta creencia en un escritor no puede ser más nociva. No sólo te limitas a ti mismo, sino que dejas que tu talento e inventiva dependa del criterio de otra persona que, en la mayoría de los casos, ni siquiera es escritor. Haz caso omiso a lo que te digan. Lo único que necesitas para ser escritor es desearlo. No pierdas el tiempo dudando de una opinión que no sea la tuya. Es tu arte, tu historia. Medita con sabiduría las opiniones constructivas sobre tu libro, pero no olvides que la última palabra la tienes tú.
3. No decepciones al lector.
También llamado «El chicle en la repisa»: si destacas algún detalle o elemento durante la narración, úsalo. No dediques tiempo extra a describir elementos que no suponen ninguna importancia para la trama, de lo contrario despistarás y decepcionarás al lector. Por ello debes elegir cuidadosamente a qué dedicas las palabras en tu narración. No desperdicies frases con información superflua, ni inviertas poco tiempo en lo que realmente importa.
4. Siente cada gota de tinta que derrames sobre el papel.
Escribir consiste en abstraer la mente, concentrarte únicamente en lo que tienes delante y dejar que toda tu creatividad salga a través de tus dedos hasta la hoja en blanco. Se debe escribir con pasión, con emoción y con ilusión. Tómatelo siempre muy en serio, sé consciente de que estás escribiendo cuando estés escribiendo. Siempre y cuando quieras que tus resultados sean tomados en serio, claro está.
5. Escribe mucho, mucho, mucho.
A raíz del consejo anterior de Hemingway, no sólo basta con volcarse en lo que hacemos, sino hacerlo con constancia y ritmo. Un buen escritor debe producir cantidades industriales de palabras cada día, sea para el propósito que sea. A escribir se aprende escribiendo. No importa si tienes talento o no, después de escribir diez mil palabras las siguientes diez mil serán mejores que las anteriores. Y así sucesivamente.
6. La imaginación no debe atender a normas.
No permitas que la moral coarte tu creatividad. A veces sopesamos historias, eventos, personajes y conductas inmorales para nuestras obras. Muchas buenas historias se desperdician cuando se tienen en consideración estos aspectos. A quien no le guste, que no mire.
7. Deja pistas al lector para hacer que el final sea aún más espectacular.
Ya he hablado con anterioridad de los Deus Ex Machina, ese recurso malogrado que cometen los escritores incapaces de sobrellevar su propia historia correctamente. La planificación es el antídoto contra los Deus Ex, además de ser esencial para construir una historia que realmente sorprenda al lector. Comienza tu historia soltando migas de pan, pistas sobre el desenlace, como pequeñas piezas de puzzle que solo tienen sentido una vez las unes todas y la imagen queda completa.
8. Haz que la voz de tus personajes cobre vida.
Este recurso es sencillo y muy efectivo. Interpreta a tus propios personajes y lee sus diálogos en voz alta. Podrás apreciar inmediatamente cuándo una frase queda forzada o las palabras no suenan naturales. Haz las correcciones que necesites hasta que la conversación quede natural y realista.
9. Invita al lector a entrar en tu mundo.
No importa lo que quieras contar, ni dónde ni cuándo. En el momento en que escribas las primeras frases de tu novela estarás creando tu propio mundo, tu propio espacio y tu propia realidad. Aprovéchalo. Haz de la lectura toda una experiencia, una inmersión al mundo que quieres plasmar. No esperes a que el lector adivine dónde está, debes dejárselo claro desde el principio.
10. El talento no es determinante.
Probablemente la excusa más común que frena a los escritores con baja autoestima es esa de: «es que yo no tengo talento» o «es que yo no sirvo para esto». Puede ser verdad o no. Puede que realmente seas torpe con las palabras y necesites sudar sangre para escribir algo medianamente decente, puede que lleves razón. Pero, ¿y qué? Si te gusta escribir, si eres feliz escribiendo, si disfrutas escribiendo… entonces escribe. Da igual cómo se te dé, da igual que no tengas un don o la misma facilidad que otras personas. Una mala excusa nunca debería frenarte.